La parroquia es, en primer lugar, una comunidad.
Nueve años antes de que se pusiera la primera piedra del templo actual, se constituyó la Parroquia San Ignacio de Loyola, que fue creada el 1 de febrero de 1883, habilitándose en la casa de Beneficencia. Parroquia San Ignacio como nuestro patrón de Gipuzkoa.
Cuatro años después, el local resultaba a todas luces insuficiente. Los vecinos elevaron un escrito al Ayuntamiento haciendo presente que, al urbanizar el barrio de Gros, se tuviera en cuenta el emplazamiento de una iglesia en sitio conveniente.
La parroquia es, en primer lugar, una comunidad. Es la casa de Dios que nos acoge, con su templo, y demás espacios de actividad y vida parroquial (oratorios, despachos, salas de catequesis y formación, salón de actos, el albergue, el cine, la cocina…) En todos estos espacios, nos reunimos y vamos profundizando en nuestra fraternidad como comunidad.
La parroquia nos acompaña en los diferentes momentos de la vida: en la infancia, en la adolescencia, en la juventud, en la madurez y en la vejez. La comunidad nos acoge tanto en los momentos de alegría, como en los momentos de dolor. Acudimos a la parroquia a veces buscando tiempos de oración y meditación en soledad, y otras veces de celebraciones y encuentros comunitarios.